PINCELADAS PARA VIVIR MEJOR.

EL ATEO Y LA RAMA.

Se dice que cuando Moisés alzó su cayado sobre el mar rojo, no se produjo el milagro de dividir las aguas para que no pasarán los Israelitas. Solo cuando el primer israelita se lanzó al mar, retrocedieron las olas y se dividieron las aguas, dejando expedito el paso a los judíos. Fue su confianza la que obró el milagro.

Esta fe intrépida le faltó a un ateo cuando estaba empezando a creer. Se cayó un día por un precipicio y aún pudo agarrarse a la rama de un árbol. Pero no podía así aguantar mucho tiempo. Entonces, por si acaso, gritó : “¡Dios!” pero solo hubo silencio. Y volvió a gritar “!Dios, si existes, sálvame y creeré en ti!” una voz poderosa contestó: “eso dicen todos cuando están en apuros”. “No, Dios, no – dijo el hombre-. Como ves, ya he empezado a creer”. “De acuerdo – dijo la voz- te salvaré. Suelta la rama”. “¿Soltar la rama? ¿Crees que estoy loco?”

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