CABALLITO







 

Recuerdo cada vez que,

cabalgábamos sin miedo

a las distancias,

sin temor a los desiertos,

y con los sueños aferrados.

Mi abuelo dirigía los vientos,

atravesaba tempestades,

galopaba por los ríos.

Su sonrisa era brújula,

esperanza, horizonte.

Y sus manos, alas, hierro,

y soporte.

Subíamos colinas como, también,

superábamos pantanos.

Sus piernas eran torre fuerte,

apoyo, vehemencia, quietud.

                              Arriba,

            abajo,

                                y yo,

anclado en su sonrisa.


©Rodolfo de Jesús Chávez Mercado 


*Imagen de internet 

Comentarios

J.R.Infante ha dicho que…
Tierno y enriquecedor, Rodolfo. Un abrazo
Mi querido J.R. Infante, mil gracias y espero que te encuentres bien. Bendiciones.
Concha Signes ha dicho que…
Entrañable, seguro te ha traído un montón de recuerdos.
Me alegra puedas de nuevo publicar en el blog después de tanto tiempo sin verte por aquí.
Un abrazo.
Mi querida Concha, bendiciones. Alegría en saludarte y te deseo un feliz día.

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