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CABALLITO

  Recuerdo cada vez que, cabalgábamos sin miedo a las distancias, sin temor a los desiertos, y con los sueños aferrados. Mi abuelo dirigía los vientos, atravesaba tempestades, galopaba por los ríos. Su sonrisa era brújula, esperanza, horizonte. Y sus manos, alas, hierro, y soporte. Subíamos colinas c omo, también, superábamos pantanos. Sus piernas eran torre fuerte, apoyo, vehemencia, quietud.                               Arriba,             abajo,                                 y yo, anclado en su sonrisa. © Rodolfo de Jesús Chávez Mercado  *Imagen de internet 

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