ARDIENDO EN ESPERANZA (DRAMATIZADO).
(Ilustración de Nerina Canzi).
Mi
querida familia, saludos y bendiciones.
Espero
que todos se encuentren bien, y los abrazo.
En
esta ocasión, les dejo con una puesta en escena que hace ya dos años, realicé
para una obra con niños.
Espero
que les pueda interesar y ayudar.
ARDIENDO
EN ESPERANZA
Puesta
en escena por Fray Rodolfo de Jesús Chávez Mercado O.Carm.
Escenario
(calles, ciudad de juegos mecánicos (simulación), panadería)
Narrador:
Checho, era un niño que vivía con sus padres, era una familia pobre, y
escasamente tenían con qué comer el día a día. Sonreían y jugaban en medio de
las dificultades, pero desafortunadamente, también poco a poco iban quedando
sin nada… pero nunca, llegaron a pensar que se las agotaba la esperanza. Siempre confiaban en Jesús.
Una vez, el padre, paseaba con
su hijo, observaban los grandes juegos de atracción que el pueblo había traído
por el periodo de esa semana, cuando de repente, el padre avanzaba, se hacía
tarde para llegar a casa, pero Checho, distraído y soñando como un niño alegre,
cuándo podría montar en esos grandes juegos, se retrasó y perdió de vista a su
padre.
El padre lo buscaba, en cada
rincón, llamó a su madre, pero a cada minuto se hacía más de noche. Buscaron
por todo el centro de atracción, preguntaron a los visitantes por el niño, pero
no lo encontraron, nunca dieron con él en ese lugar… Así lo buscaron por todos
lados…
Niño
abandonado (Checho): Papito, ¿dónde estás? (llora) No te encuentro.
¿Por qué me has abandonado? Papito, mamita, por favor, vengan rápido, me
encuentro solo, tengo mucha hambre, tengo mucho frío. (Se agacha, titiritando de frío). Jesús, ayuda a mi papito.
Niña
mimada (entra cantando o
tarareando): Ríe a carcajadas (hace
mofas), Pobrecito, no tienes a nadie. Mírame, en cambio, yo, vivo con mis
papitos, ellos me regalan todo, ropa, zapatos, muñecas, helados, todo lo que yo
quiera… (Ríe irónicamente), No creo
que tus papitos vengan por ti.
Niño
abandonado: ¿Por qué te burlas de mí, si yo no te he hecho nada?
Niña
mimada: Vuelve y ríe a carcajadas, en son de burlas. No me has
hecho nada, pero es que me das lástima (ríe
y se va meneando su cabellera).
Niño
abandonado: Yo sé, yo sé que mis papitos me encontrarán. Papito,
mamita, no creo que eso sea verdad, por favor, ¿dónde están? vengan por mí.
Dios mío, te pido que por favor, no me hayan abandonado para siempre.
Narrador: Checho
se preguntaba a menudo si su padre lo había abandonado porque ya no lo quería.
Lo que no sabía, era que sus padres lo buscaban por todo el barrio, porque a
pesar de ser una familia humilde, sencilla y sin muchos recursos, siempre ha
existido el amor. La vida para ellos podía presentarles dificultades de toda
índole, pero nunca les había arrebatado la ESPERANZA.
Niño
abandonado: (se levanta
fatigado) Tengo mucha hambre.
Narrador:
Checho se levantó muy fatigado, el frío de la noche lo había golpeado
fuertemente y sentía la sensación de desmayarse por el hambre, pero recordó que
sus padres le han enseñado a ser fuerte, a pensar, en esos momentos, en todas las
cosas bellas que han pasado juntos, a pesar de todo.
Aguantó hasta visibilizar en
una esquina, una panadería. Se alegró y caminó tan rápido como podía para
llegar hasta ese destino.
Quien atendía la panadería era
una niña. Era una niña muy amorosa, y en todo el pueblo la reconocían no solo
por los calientes panes y la dulzura de la panadería de su padre, sino también
porque ella, era una niña muy encantadora.
Checho se acercó y como un niño
alegre pero muerto del frío y del hambre, se saboreaba la boca estando frente a
la panadería.
Clarita
la panadera: Hola, ¿qué haces allí afuera? Te vas a
congelar. Entra. ¿Tienes hambre?
Niño
abandonado: Sí, mucha hambre.
Clarita
la panadera: Y ¿por qué estás solo, dónde están tus padres?
Niño
abandonado: No lo sé, llevo mucho tiempo buscando a mi papito. Solo
recuerdo que me distraje viendo algunos juegos (se alegra al recordar) y después no lo vi más conmigo (se entristece).
Clarita
la panadera: No te preocupes, mira, tengo unos panes bien
calientes, apenas para saborearlos, y también tengo leche. Pobrecito, debes
tener un hambre de rinoceronte.
¡Espera un momento y te los
traeré! También tengo algunas cobijas para el frío. Espera.
Niño
abandonado: Bueno… disculpa, ¿cómo te llamas?
Clarita
la panadera: Clarita
Niño
abandonado: Gracias Clarita (le
sonríe) yo me llamo Sergio, pero mis padres me llaman Checho.
Narrador:
Clarita se fue a traer el pan, la leche y las cobijas, su padre en esos
momentos estaba de compra a las afueras del pueblo y su madre, en la sala
cociendo algún vestido para su hermosa hija, que dentro de pocos días,
cumpliría apenas sus 10 añitos.
Narrador:
Al
cabo de algunos minutos apareció clarita.
Clarita
la panadera: Aquí estoy amigo, mira, te traje pan, leche y
cobijas… Tranquilo, come y mientras, me hablas de tus padres.
Niño
abandonado: Mi familia es muy pobre, mi padre perdió el trabajo y mi
mami está muy enferma, pero somos muy felices porque nunca ha faltado el amor.
Clarita
la panadera: Y entonces ¿por qué estás solo amigo? ¿Dónde
está tu padre?
Niño
abandonado: No lo sé, solo espero que me esté buscando.
Clarita
la panadera: No te preocupes Checho, seguro te encontrarán. Confía siempre en Jesús. Hay que mantener siempre viva la Esperanza.
Niño
abandonado: Mira, gracias, ya terminé. ¿Sabes? Eso siempre me lo dicen mis padres. Sobre la Esperanza. Ahora que pena, pero me tengo
que ir.
Clarita
la panadera: ¿Y adónde vas? Mira, yo te acompaño hasta la
esquina y de allí me devuelvo. No quiero dejarte solo.
Niño
abandonado: Gracias amiga.
Clarita (sonríe).
Narrador:
Mientras van caminando aparece nuevamente la niña mimada.
Niña
mimada: ¡Umm! ¿Otra vez tú, ya conseguiste a tu papi? Te dije que
nunca lo encontrarías. Estás solo.
Clarita
la panadera: No está solo, está conmigo y yo lo ayudaré a
buscar a su padre.
Niña
mimada: ¿Y quién eres tú?, apenas eres una niñita (irónicamente), no te dejarán salir a la
calle.
Clarita
la panadera: Tengo la corazonada que su padre está muy
cerca, sí, eso es, pronto lo encontraremos y no tendremos que ir muy lejos (abrazó a Checho en señal de confianza).
Niña
mimada: ¡Umm! ¿Y tú qué tienes para darle?, no tienes nada.
Clarita
la panadera: Sí, mira que sí tengo, tengo panes, tengo
jugo, tengo abrigo, y esto bastará.
Niña
mimada: Bueno, espero que encuentres a tu papito, y ojala no sea
muy lejos (ríe irónicamente)
Narrador: Algo
muy bello estaba por suceder, la corazonada de Clarita estaba por hacerse
realidad, y todo también porque el amor, la ayuda y la simpatía de Clarita, de
esa niña maravillosa, confirmó la esperanza que Checho, nunca había perdido.
Papá: Hijo
(sale corriendo a abrazarlo) hijo,
hijo mío. Gracias Señor.
Niño
abandonado: Papá, papá (se
alegra), viniste.
Papá: Hijo
mío, te encontré, te hemos buscado como locos por todos lados. (Llora) y lo abraza.
Niño
abandonado: Papito, papito, nunca me vuelvas a abandonar papito. ¿Y mi
madre?
Papá: Ella
me ayudó a buscarte hasta hace poco hijo, sabes que está muy enferma. Pero,
nunca, nunca más hijo mío, nunca más, perdóname, perdóname tanto.
Niña
mimada: Hola, amigo, perdóname, pensé que nunca lo encontrarías,
en verdad solo soy así porque mis padres solo piensan que con el dinero se
compra el amor.
Clarita
la panadera: Tranquila amiga, somos tus amigos, y
lograremos que tus papitos te quieran con todo el amor posible. Somos niños y
los niños nunca perdemos la ESPERANZA.
Checho: Sí
amiga, mira, he encontrado a mi padre y este amor, no se compra ni con todo el
oro del mundo.
Todos
se abrazan.
Comentarios
Un abraxo.
Besos.